E-Book, Spanisch, 192 Seiten
Reihe: El mundo de la biblia
Guijarro Oporto Jesús y el comienzo de los evangelios
1. Auflage 2011
ISBN: 978-84-9945-153-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, 192 Seiten
Reihe: El mundo de la biblia
ISBN: 978-84-9945-153-4
Verlag: Editorial Verbo Divino
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Recopilación de breves estudios que intentan situar a Jesús y el comienzo de los evangelios en su contexto. Son, en cierto modo, una vuelta a Galilea. En ellos se abordan diversos aspectos de la vida, la actuación y la enseñanza de Jesús desde una perspectiva que puede ser compartida por creyentes y no creyentes, pero para el creyente que los ha escrito, y para los creyentes que los lean, profundizar en ellos es una forma de conocer mejor al Resucitado.
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Diversas imágenes del “Jesús histórico” Una de las características más notables de la investigación reciente sobre Jesús es la diversidad de sus resultados. Aunque los autores que han publicado sobre el tema en estos últimos veinte años comparten una serie de presupuestos metodológicos y un mejor conocimiento de los textos antiguos, de los datos de la arqueología y en general del judaísmo del siglo I d.C, sus puntos de partida son con frecuencia muy diversos y en consecuencia, lo son también las imágenes de Jesús que ofrecen. Como ejemplos de esta nueva investigación presentamos aquí cinco imágenes de Jesús que son en algunos aspectos contradictorias, aunque en otros son complementarias. Esta selección obedece al hecho de que buena parte de los libros en que se proponen han sido traducidos al español. A través de ellas podremos hacernos una idea de la diversidad y riqueza de la investigación actual. Maestro de sabiduría Una de las imágenes más sugerentes y novedosas de la investigación reciente es la que presenta a Jesús como maestro de sabiduría. Es también una de las más difundidas, debido a la intensa actividad mediática del Jesús Seminar y al impacto de la obra de J. D. Crossan. El Jesús Seminar es un grupo de estudiosos que comenzó a reunirse en 1985 para discutir y evaluar la historicidad de las palabras sobre Jesús. Su forma de trabajo revela que uno de sus principales objetivos es combatir, en su propio medio, el tremendo influjo de los tekpredicadores y su visión fideísta de Jesús. Por eso, las reuniones de estudio en que se presentan los resultados de la investigación van seguidas de una llamativa votación a base de colores, cuyos resultados se anuncian en concurridas ruedas de prensa[15]. J. D. Crossan es un miembro destacado de este grupo y la figura más conocida debido a sus publicaciones, que reflejan la mayor parte de los postulados del JS y la imagen de Jesús que emerge de la evaluación que este grupo hace de las fuentes[16]. Para Crossan y el JS Jesús fue un campesino galileo, que vivió en una situación tensa, motivada por el proceso de helenización a que estaba sometida entonces Palestina. Con sus agudas e ingeniosas máximas de sabiduría y con su comportamiento provocativo quiso transmitir un mensaje social innovador que acabara con las estructuras patriarcales y de patronazgo sobre las que se sustentaban las desigualdades de aquella sociedad. Sus enseñanzas no contenían ninguna referencia a las expectativas apocalípticas judías, sino que reflejaban una sabiduría de carácter universal basada en la experiencia de la vida y de la naturaleza. Su comportamiento, sobre todo sus sanaciones, exorcismos y comidas, revelaban la intención de transformar el orden establecido. Era un sabio itinerante, muy parecido a los filósofos cínicos que por entonces recorrían las ciudades del Imperio. Libre de todo respeto humano y de un proyecto a largo plazo, actuaba con enorme libertad, y nunca tuvo intención de reunir un grupo de discípulos. Al final de su vida subió a Jerusalén y allí murió abandonado por todos; lo más probable es que después de su muerte su cuerpo acabara en una fosa común y fuera devorado por los perros. Sus discípulos, sin embargo, interpretaron su muerte a la luz de las profecías del Antiguo Testamento y crearon el relato de la pasión y la leyenda de su resurrección. Esta reconstrucción de la vida de Jesús se asienta sobre una selección de las fuentes, y sobre unos criterios desde los que se evalúa su historicidad. Entre las fuentes ocupan un lugar privilegiado los apócrifos, especialmente el Evangelio de Tomás. También conceden una importancia excepcional al Documento Q en su etapa redaccional más antigua, de carácter sapiencial[17]. Estas dos fuentes básicas de las palabras de Jesús son evaluadas con ayuda del criterio de atestación múltiple, según el cual pueden considerarse históricas las palabras y acciones de Jesús que se encuentran en los documentos más antiguos de forma independiente. El problema consiste en determinar la antigüedad e independencia de las fuentes. En todo caso, estos presupuestos metodológicos han dado como resultado una imagen muy particular de Jesús, que, en contra de lo que suele pensarse, no es representativa de la investigación de los últimos años, sobre todo por la ruptura que establece entre Jesús y el judaísmo de su tiempo. Profeta escatológico Muy distinta es la imagen de Jesús como profeta escatológico que predica la restauración de Israel. Ha sido propuesta por E. P. Sanders, un especialista en el judaísmo del tiempo de Jesús y en la literatura talmúdica que ha escrito dos libros sobre Jesús[18]. Sanders trata de explicar históricamente dos hechos fundamentales: la crucifixión de Jesús y el nacimiento de un movimiento judío que reivindicaba su herencia. Su punto de partida es un extenso análisis de la acción del templo (Mc 11,15-19), que considera un acontecimiento clave. La expulsión de los mercaderes del templo de Jerusalén no fue un gesto de purificación, ni tampoco la condenación moral de un comercio abusivo (estas son interpretaciones cristianas), sino el gesto que se esperaba del Mesías: una destrucción simbólica del templo que anunciaba la restauración escatológica del pueblo de Dios. Entendida así, la acción de Jesús en el templo explicaría su muerte y el nacimiento, después de él, de un movimiento judío que reivindicó su nombre y su proyecto. Para Sanders, por tanto, Jesús fue un profeta judío, profundamente insertado en las tradiciones de Israel, que anunció la restauración del pueblo santo y expresó simbólicamente esta restauración en el gesto del templo. Jesús tenía conciencia de vivir un momento decisivo y de ser el último enviado de Dios, y por eso sus palabras y sus acciones revelan una individualidad que hace de él un personaje único. Su predicación consistió en preparar y reunir al pueblo santo para la venida definitiva de Dios (el reinado de Dios). Sus milagros y su relación con los pecadores deben contemplarse desde este dato fundamental. Y lo mismo ocurre con su muerte, que se explica mucho más fácilmente cuando se ve en él a un profeta que va ganando popularidad y que resulta incómodo para las autoridades. Con su predicación y su actuación, Jesús desencadenó un conflicto en el interior del judaísmo que le costó la vida. Sus discípulos continuaron después de su muerte su predicación escatológica, pero poco a poco fueron orientando su anuncio hacia la misma figura de Jesús, que acabó convirtiéndose en el contenido central de dicho anuncio. La gran aportación de Sanders ha consistido en situar a Jesús en el contexto de los movimientos judíos de su tiempo. No le interesa el contexto social ni la situación política de Palestina, sino las corrientes de pensamiento. Con su obra se cierra un paréntesis dominado por el criterio de desemejanza, que había producido una visión de Jesús sin relación con el judaísmo. En su lugar, Sanders privilegia el criterio de necesidad histórica, que coloca en primer plano todo aquello que contribuya a explicar los hechos indiscutibles de la vida de Jesús, principalmente su muerte en cruz. Carismático espiritual La imagen de Jesús como carismático espiritual ha ido emergiendo en los últimos veinte años desde ángulos diversos. Sus orígenes pueden buscarse en los trabajos de dos autores británicos: uno judío (G. Vermes) y otro cristiano (J. Dunn), que en la década de los setenta publicaron sendos trabajos sobre Jesús[19]. Aunque la perspectiva de estos dos autores es diversa, resulta evidente su influjo en la obra de M. Borg, probablemente el autor más representativo de esta visión de Jesús[20]. El Jesús que presentan estos autores es un carismático judío, cuya actuación se inscribe en una antigua tradición de hombres santos que actúan bajo la acción del espíritu divino. En palabras de M. Borg: “Desde una perspectiva histórica, Jesús era una persona llena del Espíritu en la corriente carismática del judaísmo. Esta es la clave para comprender lo que fue en cuanto figura histórica” (p. 25). El mensaje de Jesús, como el de estos carismáticos, no poseía tintes escatológicos, sino que estaba centrado en la experiencia de Dios, un Dios cercano a su pueblo, que manifestaba su solicitud a través de los milagros de estos hombres santos. En esta visión de Jesús los dichos apocalípticos son eliminados o transferidos a la época pospascual. La imagen de Jesús que emerge del libro de Borg es la de un personaje “políticamente correcto” desde el punto de vista de la cultura americana. De ahí que haga todo lo posible por evitar el sonrojo que provoca su mensaje apocalíptico (en esto se parece al Jesús de Crossan). De esta perspectiva, sin embargo, podemos retener dos intuiciones que en realidad son anteriores a este autor: la importancia de la experiencia espiritual en la vida de Jesús (J. Dunn, y antes que él J. Jeremias) y su relación con otros carismáticos espirituales del judaísmo prerrabínico (Vermes). Como efecto colateral, esta visión de Jesús más centrada en su actuación que en su mensaje ha contribuido a revalorizar la tradición de los milagros, tan marginada en los estudios precedentes. Reformador social Bajo esta etiqueta pueden situarse algunos estudios que proponen entender a Jesús en el marco de la situación social...