E-Book, Spanisch, 152 Seiten
Reihe: Concilium
Babic / Courau / Vila-Chã La libertad religiosa
1. Auflage 2016
ISBN: 978-84-9073-275-5
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Concilium 367
E-Book, Spanisch, 152 Seiten
Reihe: Concilium
ISBN: 978-84-9073-275-5
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
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EDITORIAL*
En la era moderna, la civilización occidental proclamó la inviolabilidad de la dignidad de todo ser humano. El mejor modo de proteger esta dignidad es respetar las libertades y los derechos humanos. La libertad es la verdadera esencia del ser humano, mientras que la libertad fundamental es la libertad de conciencia, que incluye la liberta de religión y la libertad de creencia o cosmovisión (Weltanschauung). La conciencia no puede ser forzada y la creencia no puede imponerse. En los países democráticos occidental, la libertad de conciencia y de religión es prácticamente respetada, aunque podemos advertir que existe cierta unilateralidad en la concepción de las libertades de los individuos. Los Estados y las sociedades burguesas protegen la libertad, pero no la fundamentan, sino que más bien la presuponen. La libertad se entiende en términos negativos, más como la separación propia de otras personas, e incluso como la negación de los otros. Se trata, ciertamente, de una libertad negativa, es decir, de la libertad de coacción externa, pero no de coacción interna. Cabe decir que esta es solo una vertiente de la libertad. Si la libertad se limita a la negación de todo lo que nos rodea, si no es capaz de ser positiva, es decir, la libertad para algo o para alguien, para algunos valores y para otras personas, entonces esta libertad empobrece a los seres humanos, puesto que es incapaz de comunicarse y cooperar con los demás. Libertad positiva
Hannah Arendt afirma que Juan Duns Escoto es el mayor filósofo de la libertad en la filosofía occidental y que solo Kant puede equipararse a él por su lealtad incondicional a la libertad. Escoto afirma que existen dos inclinaciones en toda voluntad libre: la inclinación hacia el propio beneficio (affectio commodi) y la inclinación hacia la justicia (affectio iustitiae). Para Escoto ambas inclinaciones son libres. La inclinación hacia la justicia restringe y modera la inclinación hacia el propio beneficio. Esta inclinación hacia la justicia nos capacita para amar lo que merece ser amado. Esta es la libertad que es inherente a la voluntad. En latín escribe: Innata, quae est ingenita libertas, secundum quam potest velle aliquod bonum non ordinatum ad se. Así pues, la inclinación hacia la justicia es una inclinación inherente, la inclinación en base a la que nuestra voluntad puede desear algo bueno que no está centrado en nosotros mismos, es decir, en aquello que nuestra voluntad puede remontarse sobre nuestro egoísmo y egocentrismo naturales. Para Escoto, las nociones fundamentales son la de ordo (orden), es decir, orden esencial (ordo essentialis), y la de ordinatum (ordenado, racionalizado). En consecuencia, existen dos órdenes: el orden ad se y el orden ad alterum (el orden del amor). En el primero, Dios, los seres humanos y todos los seres, como también la realidad entera, existen para servir al «yo» humano. En este orden, Dios es reducido a siervo del hombre. En el pensamiento filosófico europeo, ya desde Aristóteles, todo ser lucha por preservarse, por mejorarse y por realizarse plenamente. Dieter Henrich ha probado que, en la filosofía de la era moderna, el instinto más dominante es el de la propia supervivencia (Selbsterhaltungstrieb). Ambos extremos —el egoísmo absoluto y el altruismo absoluto— estaban presentes en la antigüedad y en la Edad Media, y lo siguen estando ahora. Ambos son violentos. Todo altruismo extremo (o misticismo) que disminuye o anula la naturaleza humana o el propio «yo», no representa sino la violencia contra el ser humano. Así, toda manifestación de egoísmo extremo, que reduce todo al propio «yo», no representa sino la violencia contra los demás y contra nosotros mismos. Escoto ofrece una solución ingeniosa, distinguiendo y relacionando las dos inclinaciones en la voluntad. Las dos son importantes, pero la inclinación hacia la justicia es más sublime que la inclinación hacia el propio beneficio: Nobilior est affectio iustitiae, quam commodi […] cum ‘amare aliquid in se’ sit actus liberior et magis communicativus quam ‘desiderare illud sibi’. La inclinación hacia la justicia es más sublime que la inclinación hacia el beneficio, porque amar algo en sí mismo, un bien en sí mismo, es un acto más libre y más comunicativo que desear un beneficio para nosotros mismos. Este acto es más libre y más comunicativo porque está por encima de nuestro egoísmo (nuestra servidumbre al «yo») y porque nos conecta a unos con otros. La esperanza (la virtud de la esperanza) mejora nuestra inclinación hacia la justicia, es decir, hacia un bien más elevado y sublime, es decir, nuestra inclinación hacia el otro como Otro. Escoto subraya sencillamente que la libertad positiva es más sublime que la negativa, pero él no anula esta. Lo que se sigue de su posición es que la libertad sublime da origen a la conectividad sublime con los otros y con el Otro absoluto, la conectividad que llamamos amor. Fe y religión, individuo y comunidad, libertad y responsabilidad
El mayor filósofo moral del mundo occidental, Immanuel Kant, considera que el imperativo categórico (mandamiento, obligación incondicional) es inseparable de la libertad. Para él, el imperativo categórico es la ratio cognoscendi (fundamento cognitivo) de la libertad, mientras que la libertad es ratio essendi (fundamento esencial) del imperativo categórico. Expresado en términos modernos, la libertad y la responsabilidad están mutuamente condicionados y se presuponen una a la otra. Quienes niegan la responsabilidad, niegan la libertad, puesto que la responsabilidad procede de la libertad. En nuestra época moderna, la libertad casi se ha transformado en libertad de la responsabilidad, en negación de la moralidad y de un mandamiento incondicionado. En lugar del respeto al otro, la libertad ha producido la negación del otro. Si aplicamos las tesis mencionadas a la libertad de religión, descubrimos que en Occidente tenemos una fe que procede de la libertad negativamente definida. Esta fe no puede pertenecer a la comunidad religiosa, porque simplemente quiere ser libre de la religión (individualismo). En los países europeos exsocialistas, la religión se redujo a mera pertenencia a una comunidad religiosa, es decir, a colectividad religiosa (colectivismo). Esta religión quiere liberarse de la fe (como acto interior, libre e individual). La fe incluye la religión, porque ambas están inseparablemente conectadas. Podemos decir que la fe es el lado interior de la religión, mientras que la religión es el lado exterior de la fe. Ambos lados (interior y exterior, visible e invisible) pertenecen a la religión. La fe aspira a realizarse, es decir, a convertirse en religión, mientras que la religión se centra en su esencia, es decir, en la fe. Cuando la fe se manifiesta y se realiza, se convierte en un fenómeno exterior, es decir, en religión. La fe se refleja en la oración, y la cumbre de la oración es el culto. Cuando la fe se convierte en realidad externa, cuando se convierte en un fenómeno cultural, histórico y social, entonces se hace religión. Por consiguiente, llamamos religión a esta forma externa de la fe, religión que está al servicio de su lado interno, es decir, de la fe. En la Europa actual, fe y religión están separadas. En Occidente, la fe domina como acto interior, libre e individual, que nos libera de la religión como comunidad e institución. En los países exsocialistas, la religión era reducida a mera pertenencia a una comunidad religiosa y quiere separarse de la fe como acto interior, libre e individual. En Occidente, la libertad definida negativamente se resalta hasta el punto de que se convierte en imposición, que nada tiene que ver con la libertad. En los países exsocialistas, las responsabilidades y obligaciones eran tan enfatizadas que también se convertían en una imposición (de obligaciones y responsabilidades), que nada tiene que ver con la responsabilidad. Ambas conducen al conflicto, porque la primera, al hablar de la libertad humana, se refiere principalmente a la libertad del individuo entendida en términos negativos, mientras que la última, al hablar de la libertad, se refiere principalmente a la libertad de lo colectivo comprendido de nuevo en términos negativos. Mientras que la primera habla solamente de la libertad del individuo —entendida negativamente—, la última habla de la responsabilidad y obligaciones a su propio colectivo religioso. Los grandes pensadores mencionados han mostrado que libertad y responsabilidad son inseparables. La libertad religiosa
La libertad según un punto de vista negativo o positivo, la articulación de los polos fe y religión, individuo y comunidad, libertad y responsabilidad, constituyen los temas de las contribuciones de este número de Concilium sobre la libertad religiosa. Los autores abordan en primer lugar la experiencia del mundo europeo de tradición cristiana, tanto oriental como occidental, antes de estudiar qué acontece entre los musulmanes, en Asia y en América Latina, con el objetivo de fundamentar una validez universal e inalienable de los derechos humanos en materia religiosa. La primera parte buscar trazar el marco, los contextos y las perspectivas, a partir de tres artículos: uno sobre la historia de la noción, el segundo sobre su lugar en la Iglesia desde el Vaticano II y el tercero sobre la realidad de los obstáculos actuales con respecto a su ejercicio. El artículo del teólogo y filósofo bosnio Mile Babic, profesor en el Studium...