Schlögel | El aroma de los imperios | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 478, 232 Seiten

Reihe: El Acantilado

Schlögel El aroma de los imperios

Chanel Nº 5 y Moscú Rojo
1. Auflage 2024
ISBN: 978-84-19958-34-1
Verlag: Acantilado
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Chanel Nº 5 y Moscú Rojo

E-Book, Spanisch, Band 478, 232 Seiten

Reihe: El Acantilado

ISBN: 978-84-19958-34-1
Verlag: Acantilado
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Unos años antes de la Revolución rusa, dos perfumistas franceses establecidos en Moscú-Ernest Beaux y Aguste Michel-recibieron el encargo de crear una nueva fragancia para conmemorar el tercer centenario de la dinastía Románov. Con la caída de los zares y la subsiguiente guerra civil, Beaux regresó a Francia, donde conocería a Coco Chanel, y Michel permaneció en Rusia, convirtiéndose en uno de los artífices de la industria del perfume soviética. La fórmula del perfume imperial jamás se perdió, y de ella surgirían dos icónicas fragancias: Chanel nº 5 y Moscú Rojo, estandartes de dos mundos confrontados. En esta apasionante pesquisa Karl Schlögel rastrea el pasado para ofrecer una perspectiva inaudita sobre la pugna por el poder en el «siglo de los extremos» que marcó la existencia de millones de personas, mostrándonos que una gota de perfume puede encapsular una buena porción de la convulsa historia del siglo XX. «Schlögel aprovecha los dos recorridos paralelos que, a partir de esa fragancia 'imperial', siguen ambos perfumes, para trazar un fascinante mapa de conexiones entre Rusia y Francia». Alberto Gordo, El Cultural «Karl Schlögel rastrea el pasado para ofrecer una perspectiva inaudita sobre la historia de la URSS. Un libro fascinante». Manuel Lucena Giraldo, ABC Cultural «Separados durante décadas por el Muro de Berlín, el mundo comunista y Occidente tuvieron en común más de lo que pensaban: las dos fragancias más famosas de cada bloque, Chanel nº5 y Krásnaia Moskvá (Moscú Rojo), son gemelos olfativos que nacieron del citado perfume creado en el Imperio zarista». Andrés Seoane, Papel El Mundo «Estamos ante una excusa aromática para penetrar en la materia de investigación en que Karl Schlögel se ha hecho colosal. Un hito bibliográfico y un libro tremendo». Toni Montesinos, La Razón «Un tour de force a través de las vidas y biografías, la política y la sociedad del siglo XX, que no siempre es fácil de seguir por sus grandes saltos. Es una gran tarea para la historia explorar el mundo de los aromas, y Schlögel le ha dado un enfoque singular y meritorio». Luis M. Alonso, La Nueva España «A través de dos caminos paralelos, Karl Schlögel examina los lazos culturales, sociales e industriales que se dieron entre Francia y Rusia durante el siglo XX, y reflexiona sobre el rastro olfativo que ha dejado la historia: del 'seductor aroma del poder' al olor de la pobreza y el hacinamiento de guetos, gulags y campos de concentración nazis». Carlos Joric, Historia y Vida «La historia paralela de ambas fragancias que propone el autor permite asistir a una singular confrontación cultural y olfativa. Lo anecdótico sirve para explicar un cuadro mucho más amplio, que además se enriquece con jugosas historias como la de la némesis de Coco Chanel en el bando comunista. Polina Zhemchúzhina, era una ardiente revolucionaria y esposa del ministro Viacheslav Molotov». Mauricio Bach, The Objective «El aroma de los imperios ofrece mucho más de lo que, en apariencia, invoca. Y ello sin dejar de ser una historia de fragancias, de modas, de una nueva estética fabril, que perfumó el crepúsculo del gran mundo europeo de la entreguerra». Manuel Gregorio González, Diario de Sevilla «Un apasionante viaje que establece inesperadas conexiones entre dos fragancias icónicas». Jordi Alumà, Diario de Mallorca

Karl Schlögel (Allgäu, 1948) es profesor de Historia de Europa del Este en la Universidad Europea de Viadrina (Fráncfort del Óder) desde 1994 y autor de diversas obras sobre la historia de Rusia. En las décadas de 1970 y 1980 fue traductor, periodista e investigador académico. Acantilado ha publicado sus obras «Terror y utopía» (2014)-ganadora en 2012 del Premio de Leipzig para el Entendimiento Europeo-y «Ucrania, encrucijada de culturas» (2023).

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EL AROMA DEL IMPERIO
O CÓMO A PARTIR DEL «BOUQUET» FAVORITO DE
LA EMPERATRIZ CATALINA II (1913) SE CREARON LOS PERFUMES CHANEL Nº 5 Y MOSCÚ ROJO DESPUÉS DE LA
REVOLUCIÓN
Se diría que es cuestión de azar. A finales del verano de 1920, Coco Chanel visita al perfumista Ernest Beaux en su laboratorio de Cannes. El encuentro fue probablemente organizado por Dmitri Pávlovich Románov, amante de Chanel por aquel entonces, gran duque ruso, miembro de la familia de los zares y primo de los últimos emperadores. Vivía en Francia desde su destierro.2 Al igual que el gran duque Dmitri Pávlovich, amigo íntimo del príncipe Féliks Yusúpov, el responsable del asesinato de Rasputín en el invierno de 1916, también Ernest Beaux formaba parte del mundo del lujo y de la moda de la aristocracia rusa. Perfumista jefe de la empresa proveedora de los zares Alphonse Rallet & Co., regresó a Francia después de la Revolución y de la Guerra Civil para entrar a trabajar en la sucursal de Grasse del fabricante de perfumes Chiri, nuevo propietario de la empresa Rallet. En 1913, con motivo del tricentenario de la dinastía de los Románov, había creado para Catalina II el Bouquet Préféré de l’Impératrice, un perfume que en 1914 rebautizó con el nombre Rallet Nº 1: en medio de la guerra contra los alemanes, no resultaba oportuno ofrecer a las clientas rusas un perfume que homenajeaba a una zarina originaria de la casa Anhalt-Zerbst. Luego llevó a Francia la fórmula del bouquet e intentó adaptarla al gusto francés. De la serie de diez pruebas, Coco Chanel escogió la número cinco, que originaría después la marca Chanel Nº 5. 1. Bouquet Préféré de l’Impératrice en honor a Catalina II (1903). Tilar J. Mazzeo, autora de un libro sobre «la historia del perfume más famoso del mundo», describe la escena en los siguientes términos: Allí, delante de ellos, había diez pequeños frascos de cristal, etiquetados del uno al cinco y del veinte al veinticuatro. La separación entre los números reflejaba el hecho de que eran olores de dos series diferentes—aunque complementarias—, diferentes «tomas» de una nueva fragancia. Cada uno de aquellos pequeños frascos contenía una innovación de una nueva fragancia, basada en los olores centrales de rosa de mayo, jazmín, y de aquellas nuevas y atrevidas moléculas de las fragancias conocidas como aldehídos. Según la leyenda, en uno de los frasquitos un descuidado ayudante de laboratorio había añadido por accidente una enorme dosis de este último y todavía muy desconocido ingrediente, al confundir una dilución al diez por ciento con el material puro, con toda su fuerza. 2. Retrato de Ernest Beaux (c. 1921). Aquel día, en la estancia, rodeados de hileras de balanzas y vasos de perfumista, junto con botellas farmacéuticas, Coco Chanel olía y reflexionaba. Lentamente, se acercaba cada muestra a la nariz y se oía el quedo sonido de su lenta inspiración primero y luego su lenta espiración. Su rostro no revelaba nada. Era algo que todos los que la conocían recordaban: lo impasible que podía parecer. En uno de aquellos perfumes, algo despertó un eco en el catálogo de sus sentidos, porque sonrió y afirmó, por fin, sin ninguna indecisión: «Número cinco». «Sí—dijo más tarde—, esto es lo que estaba esperando. Un perfume como ningún otro. Un perfume de mujer. Con olor a mujer». Ernest le preguntó qué nombre daría a su nueva fragancia […] «Presento mi colección el 5 de mayo, quinto mes del año—le dijo a Ernest [Beaux]—, así que dejaremos que esta muestra número 5 conserve el nombre que ya tiene, nos traerá buena suerte».3 Muchos años después, en una conferencia pronunciada el 27 de febrero de 1946, el propio Ernest Beaux describiría así la escena: Me preguntan cómo logré crear Chanel Nº 5. En primer lugar, creé el perfume en 1920, al regresar de la guerra. Pasé buena parte de ella movilizado en los países del norte de Europa, más allá del círculo polar, en la época en la que brilla el sol de medianoche y los lagos y los ríos resplandecen con un frescor especial. Ese olor característico se me quedó grabado en la mente y, después de mucho esfuerzo y muchos intentos, conseguí generarlo de forma artificial, aunque los primeros aldehídos se mostraron inestables. En segundo lugar, ¿por qué ese nombre? La señorita Chanel, dueña de una tienda de ropa que marchaba muy bien, me pidió que creara un perfume para ella. Le mostré una serie que iba del número uno al cinco y del veinte al veinticuatro. Escogió algunas muestras, entre ellas la número cinco. «¿Cómo vamos a llamar el perfume?», le pregunté. La señorita Chanel respondió: «Voy a presentar mi colección de moda el día cinco del quinto mes, mayo. Así que vamos a dejar que el perfume lleve su propio número. El número cinco nos dará suerte». Reconozco que no se ha equivocado. Este aroma novedoso ha obtenido gran reconocimiento, muy pocos perfumes se han ganado tantos admiradores, muy pocos han sido tan imitados como Chanel Nº 5.4 3. Chanel Nº 5. El Nº 5 era abstracto, nada lo asociaba con lujosos aromas tradicionales a rosa, jazmín, ylang-ylang ni madera de sándalo; más bien apuntaba a algo nuevo, a la producción química de un aroma, al uso de aldehídos, los ingredientes que iban a transformar el universo olfativo «de todo un siglo» y a convertir «Chanel Nº 5 en el perfume más importante de la edad de oro». No era la primera vez que se recurría a los aldehídos, pero sí en un perfume conocido y en cantidades tan grandes, con lo que «creó una familia de fragancias enteramente nueva: la familia conocida como aldehído-floral, término para un perfume en el cual el olor de los aldehídos es igual de importante que el de las flores».5 El honorable arte de la perfumería, que seguía sin poder negar su deuda con la alquimia y la jabonería, se topó con la química de la era industrial. Los aldehídos son moléculas que contienen átomos de oxígeno, hidrógeno y carbono dispuestos de forma muy especial. Representan un estadio intermedio en el proceso natural que se origina cuando, durante la oxidación—es decir, bajo los efectos del oxígeno—, el alcohol se transforma en ácido. Los aldehídos son sintéticos, han sido creados en el laboratorio. Aisladas por los químicos, son moléculas estabilizadoras capaces de generar una serie muy variada de olores: canela, hierba, limón, la frescura ácida de la piel de naranja… Pero los aldehídos son también compuestos volátiles, se diluyen rápido y acaban desapareciendo. Intensifican los aromas de un perfume y hacen reaccionar al sistema nervioso: «Los aldehídos de un perfume ofrecen estas sensaciones: la experiencia de una frescura cosquilleante, el leve escalofrío de una chispa eléctrica. Hacen que la sensación de Chanel Nº 5 sea como frías burbujas de champán que estallan en los sentidos». Es el efecto que pretendía obtener Ernest Beaux: crear el aroma que le había acompañado durante su huida de la Guerra Civil rusa, cuando cruzaba la península de Kola y los paisajes nevados de la tundra, más allá del círculo polar. «En las nieves de las altas estepas alpinas y en la asolada tundra polar, los aldehídos están presentes en concentraciones que a veces son diez veces más altas que en las nieves de otros lugares». Al severo olor a nieve y deshielo del Chanel Nº 5, Beaux añadió una buena cantidad del exquisito jazmín que tenía a su disposición en Grasse, la capital de las flores y de los perfumes, para obtener así un aroma opulento y dulzón, e inevitablemente caro. «Este contraste esencial—entre unas notas florales empalagosas y el ascetismo de los aldehídos—es parte del secreto de Chanel Nº 5 y de su enorme éxito».6 Existen diferentes hipótesis sobre el origen de Chanel Nº 5. En contra de la teoría de la mezcla errónea por parte del asistente habla el hecho de que la proporción entre las cantidades de rosa-jazmín y de aldehídos estaba perfectamente equilibrada: en realidad, era el resultado de estudios previos muy sistemáticos. También se puede desmentir la tesis del aire polar extremadamente frío, ya que, en 1913, el propio Beaux había utilizado aldehídos en su Bouquet Préféré de l’Impératrice, inspirado en el exitoso perfume de Quelques Fleurs del maestro francés Robert Bienaimé (1876-1960), por lo que resulta más factible que en el caso de Chanel Nº 5 estemos ante una adaptación (modificada) del Bouquet Préféré de l’Impératrice de 1913, el perfume que un año después Beaux rebautizó como Rallet Nº 1.7 Por lo visto, la mezcla se...



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